Ella será.

Como diría la canción, "No siempre son mariposas y arcoiris".
Pero al menos, intento transformar las vivencias en algo parecido a aquello.

viernes, octubre 02, 2009

Incoherencias Asesinas (Relato compartido a ciegas)


1.- Hace mucho tiempo existió una niña con el pelo verde.
2.- Su madre era una mujer con un ojo de vidrio y labio leporino
3.- La gente las miraba extraño cuando salían a andar en caballo por la pradera los días Jueves
4.- Esos días eran los que asistían a terapia familiar para esquizofrénicos paranoides
5.- Llevaban tres años en rehabilitación continua, pero seguían escuchando voces y creyendo que todos las seguían
6.- La verdad era que no estaban enfermas, sino que realmente su casa era un nido de espíritus gritando y su vecino psicópata las seguía a cualquier lugar
7.- El problema es que ellas no lo sabían y por este motivo, decidieron tomar todas sus cosas e irse a vivir a Alaska para mejorarse. Cuando llegaron la niña se tiñó el pelo café y su madre se operó el labio, pero el ojo de vidrio seguía ahí.
8.- Pasaban los días y la niña no lograba acostumbrarse a su nuevo pelo, y de pronto, como por arte de magia, le empezó a crecer el pelo verde nuevamente en forma natural
9.- La niña tenía una gran raíz verde y la madre la observaba con recelo por su ojo de vidrio, la verdad es que ella siempre quiso tener el pelo como su hija, pero al contrario, su pelo era blanco a causa de su edad y era gorda y hedionda
10.- La hediondez emanaba de sus pies, sus axilas y especialmente de su boca, cosa que toda su vida la complicó. Esa fue la razón por la que su marido la dejó, entre otras, como que el resultó ser pan sexual y se fue a vivir con una exótica planta
11.- Su relación con la planta no resultó, así que finalmente se quedó con un stickfix. Pero eso es historia aparte, continuemos con la historia de nuestras amigas. La niña (con el pelo verde otra vez) y aún así viviendo en Alaska, seguía sintiendo el desagradable olor de su madre, cada vez más fuerte. Así que decidió volver a su lugar de origen y como no tenía donde ir, le pidió a su antiguo vecino, el psicópata, alojamiento.
12.- El, la recibió con mucho gusto. Ella aún no sabía que él era quién la había perseguido tanto tiempo, y nunca sospechó la enferma obsesión de la que era preso. Su cabello liso y verde le inspirabas unas ganas locas de gritar, saltar, de tocar, de volverse loco.
13.- La niña se sentía mejor, al no vivir en su antigua casa las voces cesaron y el olor de su madre ya no la atormentaba. El hombre la dejó dormir en su cama y el durmió en el sillón... Esa noche Joaquina, la niña, jamás olvidará
14.- Se levantó a media noche porque recordó que había olvidado alimentar al gato. Iba caminando a la cocina cuando ve a su vecino, Ramón, levitar y pronunciar extrañas palabras. Joaquina se acercó con precaución y oyó lo que él decía: "Mañana, después de que venga el vendedor de zapatillas de levantarse del pueblo, cometeré un sangriento asesinato, aquí, en mi casa. El gato también morirá y combinaré los cuerpos de mis víctimas para formar el ser más despreciable que exista".
15.- Joaquina no internalizaba las palabras que este decía, tan sólo lo miraba. Intentó acercarse aún más al hombre para analizar de cerca su rostro y las palabras que decía, pero tropezó con la orilla de la alfombra emitiendo un sonido que lo despertó. Ella lo miró despavorida y se paralizó. El se levantó aún levitando, sus ojos estaban fuera de sí, su cuerpo invadido de rabia tan sólo atinó a tomar un objeto punzante y arrojárselo en la cara gritándole “¡Puta!”. Joaquina al lograr esquivar el objeto, corrió, corrió tan rápido como pudo, pero el hombre la alcanzó por el cuello y comenzó a ahorcarla. En ese momento ella tan sólo recordó a su madre y el gran error que había cometido al volver.
16.- Tenía la certeza de que esos eran sus último momentos, sus últimos suspiros y tan sólo deseó el bienestar de su madre allá en Alaska. El seguía ahorcándola, pero ella no se resistió, en el fondo, quería morir a manos de quien la había acogido, de quien ella había amado secretamente cuando vivían uno al lado del otro.
17.- Nunca antes habían hablado, pero a ella siempre le bastó tan sólo mirarlo. En el fondo, ambos se conocían perfectamente. Las manos de él, se hundían cada vez más en el cuello de Joaquina, sintiendo un ardor quemante dentro. Sentía el sonido de sus entrañas, y Joaquina ya había cesado el forcejeo. Quién iba a pensar que la niña del llamativo pelo verde iba a terminar muerta y podrida en el patio de ese extraño conocido.

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