Ella será.

Como diría la canción, "No siempre son mariposas y arcoiris".
Pero al menos, intento transformar las vivencias en algo parecido a aquello.

lunes, mayo 13, 2013

El joven

Venía yo pensado en la inmortalidad del cangrejo (Siempre he querido saber bien qué significa aquella frasesilla tan utilizada) mientras miraba hipnotizada por la ventana. Es que el paisaje otoñal siempre ha sabido llenar muy bien mis viajes por las mañanas y tardes.
Sentada en el asiento de siempre, el último antes de llegar a la puerta trasera de mi querida micro, la de siempre también. Recuerdo que estaba escuchando una canción muy ad-hoc al nublado día de Mayo, Little Hell de City and Colour... fue ahí cuando, tres paraderos después de haberme subido yo, te subiste tú.

Es decir, supongo que fue en ese momento cuando por aparición momentánea te presentaste, ya que venía tan absorta en la nada misma, que me di cuenta que te sentaste junto a mi cuando pude sentir ese calor corporal, calor tan apreciado en las mañanas nubladas y frías.

Siempre que alguien se sienta junto a mi, intento no mirar en demasía, es que la gente me pone nerviosa y trato de ocultarlo haciéndome la indiferente. Tu ya instalado en el asiento pegado al mio por costumbre, comenzaste a mirarme. Eso, pude notarlo gracias a la ayuda de las luces artificiales de la micro, y el reflejo de tu cara en las ventanas. Gracias a mi personalidad con vergüenza latente, me puse rígida, tan rígida que ni siquiera los frenos bruscos de la  máquina lograban moverme.

A mi viaje, le restaba media hora, y no sabía si lograría aguantar 30 minutos más con esa tensión gracias a tu atención. A la cuenta de tres, me propuse mirarte... Uno, dos... tres, te miré. La idea inicial, era encontrarme con alguien que no le hiciera gracia a mi gusto, pero lo que sucedió fue exactamente lo contrario.

Sí, sí... es verdad. Tenías el típico look que suele llamar mi atención, esos lentecitos hipster, el chaleco lana desgastado, y el pelo largo y sujeto a mofas por lo salvaje. Es decir, ese look supuestamente casual, pero previamente cuidadosamente estudiado. Usabas barba, y te quedaba bastante bien, ya que le hacía gracia a tus facciones toscas, y a mi gusto, muy bonitas. 

Mi análisis duró poco menos de 4 segundos, ya que tenía que parecer como si mirase hacia y simplemente, el lado opuesto a mi ventana, como si buscara algo. Creo que muchas veces hemos utilizado esa táctica, la mirada de búsqueda, mirada que en realidad, busca únicamente una mirada de vuelta. Y bueno, entonces quedé aún más nerviosa, ya que además, eras un tipo bastante guapo. A través de movimientos semi petrificados, cambié la canción en mi mp3, seguía en la carpeta de City and Colour.

Y tú... te evidenciabas por el reflejo en la ventana...
Así nos fuimos unos restantes tortuosos 15 minutos más, hasta que un movimiento tuyo hizo que quisiera salir corriendo. Te inclinaste primero hacia adelante y luego hacia mi lado, yo lo noté y me puse instantáneamente rígida. Luego, abriste un poco tus labios, así como queriendo decir algo, tambaleaste y te pusiste de pié. Miraste una última vez hacia mí, mientras te sujetabas del pasamanos, caminaste hacia la puerta, y cuando la micro se detuvo, te bajaste.

Cuando te vi caminando ya bajo de la micro, fue la única vez que me atreví a mirarte fija y detenidamente... Cuando ya eras inalcanzable en cualquier sentido.
La verdad, no sé si todo fue con la intensidad que intenté describir, pero gracias de todas maneras. Gracias por haberme hecho sentir alguien, en aquel día que tan invisible me sentí.

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