Ella será.

Como diría la canción, "No siempre son mariposas y arcoiris".
Pero al menos, intento transformar las vivencias en algo parecido a aquello.

viernes, marzo 05, 2010

La fotografía y el (Escrito hace tres años)

Por alguna extraña y desconocida razón para mi, siempre me han gustado las fotografías, mamá me cuenta que cuando era pequeña, solía estar horas mirando las de las revistas. Hojeaba una y otra vez las mismas páginas mientras analizaba detalladamente cada una de sus fotografías.
Recuerdo que siempre tomaba "prestada" la cámara de mi abuelo barba blanca y jugaba a ser fotógrafa, pero cada vez que me descubrían me llevaba un largo sermón.
Todo eso acabó el día en que cumplí 15 años... Era ella, venía envuelta perfectamente en un papel color violeta con un enorme rosón morado, mi propia cámara.
Desde ese día no paré más, capturaba cada cosa que llamaba la atención de mis ojos, podía tomar hasta 2O fotografías de mismo paisaje u objeto.
Un día cualquiera, salí ahogada de mi casa a causa de las típicas peleas de mis padres (nunca he entendido su extraño amor) y estando ya en la calle, me senté en una de las blancas bancas de la plaza que se ubicaba a tres cuadras de mi hogar, y junto a mi, mi mejor amiga, mi cámara.
Miré todo a mí alrededor buscando algo, y lo encontré.
Era él, sentado en una banca frente a mí, bajo uno de los tantos árboles con escasez de hojas a causa del largo invierno que habían pasado y el agradable otoño que estaban viviendo. Era tan normal, que llegaba a ser diferente, al menos para mi y su expresión facial era de "necesito un abrazo tanto como tu necesitas uno".
Simplemente no podía parar de mirarlo y el nunca divisó que lo contemplaba con atención. Al cabo de 15 minutos, se puso de pié, puso unos audífonos gigantes en sus orejas y partió. Creo que esperaba a alguien que nunca llego, y antes de que partiera, alcé mis la cámara en mis manos y lo fotografié.
Tranquila, caminé a mi casa nuevamente y llegando a mi habitación, la primera cosa que hice fue mirar la imagen, el problema fue que al momento de tomar la foto no noté que con esos hermosos ojos pardo había mirado fijamente el lente de mi cámara, así es... salía volteando hacia donde yo estaba y cuando lo noté, la imagen provocó cosas inexplicables en mis brazos, en mi corazón, en mi cerebro, en mis manos, en mi piel, en mi boca, en mí. Era como si envolvieras mi alma.
Pasaron tres, cuatro días sin verlo, yo acudía diariamente a la misma plaza, pero no lo esperaba en la banca, sino que en una vereda sucia para evitar que me viera si es que su ser llegara a aparecer nuevamente.
Pero mi tiempo y mi esperanza de volver a verlo fueron en vano, el nunca más volvió y simplemente me harté de esperarlo en esa maldita vereda.
Un día martes, como todas las mañanas desperté a las 6am para ir a la escuela. Me bañé, vestí, arreglé y desayuné un café.
Salí de mi casa a la misma hora de siempre, caminé por la misma calle de siempre, con los mismos deseos y anhelos de siempre, y el cielo estaba gris para mí, como siempre. Pero al llegar al paradero, había algo distinto... estaba él.
Me entumecí y detuve mi caminar, lo miré fijamente tratando de que me viera, REALMENTE QUERÍA QUE ME VIERA y luego de unos segundos levantó su vista hacia mi rostro con un cierto grado de extrañeza y la volvió a bajar al suelo, en donde antes estaba. Por un momento llegué a pensar de que trataba de decirme algo. Tomó una micro distinta a la mía y se marchó. Él no dejó de dar vueltas en mi cabeza otra vez.
A la mañana siguiente también estaba ahí, y a la siguiente, y a la siguiente y a la siguiente y a la siguiente. Yo, dentro de mi cuaderno personal, siempre llevaba su fotografía pegada en una de las últimas hojas, creo que esto se estaba transformando en una obsesión/relación imaginaria, y por lo mismo, decidí hablarle.
Tardé toda la noche en formular qué sería lo que le diría cuando estuviera frente a mi. Luego me recosté en mi cama a observar por última vez la foto, ya que me había prometido a mi misma que después de hablarle, la quemaría. Pero... es que era tan perfecta, los colores obtenidos, las hojas caídas en el suelo, ese árbol, la banca, el pasto, la vereda, ÉL, ÉL, ÉL... todo perfectamente alineado, llegaba a parecer que la foto tuviera vida, hasta podía sentir el frío que recorría mi cuerpo al momento de capturarla. Su cabello oscuro contrastando su piel, sus ojos color pardo, su abrigo negro, sus audífonos y su mirada impregnada en ese maldito papel impreso. Podía ver en sus ojos que era tan parecido a mí... Permanecí quieta un momento, ¡Esa era la razón! el por qué me había obsesionado tanto, el era lo que me faltaba, y yo lo que le faltaba, era mi complemento aunque nunca hubiese creído en eso.
No quería que la noche terminara porque cuando amaneciera tendría que efectuar todo lo planeado, por arte de magia me dormí.
El sol comenzó a hacer presencia y abrí mis ojos. Hice lo de siempre, tomé mi bolso y salí de mi casa. A medida que avanzaba por la calle, mis nervios se hacían parte de mi, cada vez mas.
Por fin te vi, estabas como solías estar, junto al paradero. Mis rodillas comenzaron a temblar, nunca había estado tan nerviosa, caminé y me paré junto a ti, creo que con los nervios me vino una laguna mental ya que de pronto olvidé todo lo que había ensayado durante el transcurso de la noche, pero a pesar de eso, salieron palabras de mi boca y te dije con voz insegura "Hola, disculpa, creo haberte tomado una foto, como hace una semana... bueno, no lo recuerdo muy bien (si claro), pero tu me viste y estoy segura que notaste que te fotografié. Él me miró extrañado y me dijo "No, lo siento, no lo recuerdo, ni siquiera me di cuenta...Oh, ahí viene mi micro y, lo siento nuevamente… Adiós". Caminaste hacia la micro que se había detenido y te subiste a ella.

Creo nunca haberme sentido tan despreciada en toda mi existencia. Te sentí tan lejos, pero claramente nunca había estado cerca.

... Creo que fingiré que no me importó.

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