El problema es que el círculo no puede volver a su punto de partida inicial, porque los colores ya se me restaron y nunca jamás volverán, se han adherido a los pétalos y al polen de las flores que se me cruzan, hasta las abejas se alimentan de mi.
Ahora cuando camino trato de evitarlas, en ocasiones incluso cruzo la calle para que no sean tan ladronas y aprovechadoras de mi vitalidad, pero no siempre lo logro y cada vez termino por caminar más lento, por hablar más lento y por pensar más lento también.
Espero que no llegue el día en que terminen de robarme todo el color y acabe por ser un zombie, o incluso peor... nada.
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